AMATENANGO
DEL VALLE |
El pueblo de las alfareras, llamado en su lengua
Tozontajal, se localiza sobre una pequeña elevación que domina un fértil valle
cubierto de cultivos, a 37 de San Cristóbal de las Casas. La iglesia colonial domina al
caserío tradicional y a las huertas de esta comunidad tzeltal, célebre pro las piezas de
barro que las artesanas modelan a mano y luego cuece con leña a cielo abierto,
evidenciando con esta técnica un fuerte ascendente prehispánico. Ollas, cántaros,
tinajas, macetas y figuras zoomorfas son los productos de esta antigua tradición que
evoca en el acto de mezclar tierra y agua, modelar el barro, secarlo y quemarlo, el
primigenio acto de creación en la cosmovisión maya.
De Amatenango, la carretera Panamericana continúa hacia Comitán, pero un ramal conduce a
Aguacatenango, también comunidad tzeltal situada a orillas de una laguna temporal, en un
valle que, como su vecino, fue recorrido por los primeros habitantes de Chiapas. En él se
han recuperado instrumentos líticos que datan de 7 000 años a.C. Sobre el caserío
destaca la espadaña que remata a la iglesia del siglo XVII. El pueblo conserva mucho de
su carácter original impreso por el urbanismo dominico: Las calles que mas bien parecen
senderos parten de la plaza en parte contenida por la barda atrial de la iglesia.
Después de Aguacatenango el camino emprende el descenso hacia la depresión central. Pasa
por Pinola, la actual Villa de las Rosas, y luego acompañado por un canal de aguas
transparentes, baja a los cañaverales y alcanza el antiguo trazo del Camino Real, rumbo a
San Bartolomé de los Llanos y Copanaguastla.